El auge de las energías renovables en detrimento de los combustibles fósiles se explica desde el momento en que la conciencia ecológica demanda formas de energía limpias y sostenibles. Su evolución es imparable, tanto que la Agencia Internacional de la Energía (IEA) estima que para 2025 las renovables representen la mayor fuente de electricidad, superando incluso al carbón.
En los últimos años, además, debido a la necesidad de abaratar las tarifas eléctricas, estamos viendo un incremento notable del autoconsumo energético, siendo el autoconsumo fotovoltaico la opción principal. Frente al autoconsumo solar tradicional, consistente en la instalación de paneles solares propios, ha aparecido otra alternativa: el autoconsumo remoto solar.
¿Qué es el autoconsumo fotovoltaico remoto?
Esta modalidad surge como opción para aquellas personas interesadas en el autoconsumo que no pueden disponer de paneles propios, ya sea por carecer de vivienda en propiedad, por no obtener el permiso necesario o por no disponer de suficientes horas de sol diarias.
La solución es obtener esa energía de un parque fotovoltaico situado en otra ubicación. Para ello, se adquieren la titularidad y los derechos de explotación de un número determinado de paneles solares durante un tiempo estipulado en el acuerdo firmado con la compañía proveedora. Es importante señalar que la distancia al parque no afecta a la potencia recibida.
Autoconsumo tradicional vs. autoconsumo remoto
Aunque el fin de ambas modalidades es el mismo y su funcionamiento es similar, existen diferencias entre una y otra que deben analizarse antes de tomar una decisión:
Instalación
Una de las principales ventajas del autoconsumo remoto solar es que no es necesario realizar ningún tipo de obra o instalación, como tampoco lo es contar con un estudio técnico previo ni solicitar los permisos y licencias administrativas correspondientes. El usuario solo necesita un contador inteligente que mida y registre el consumo energético. Esto hace que la inversión inicial sea mucho menor.
Asimismo, mientras que la cantidad de paneles propios instalados depende del espacio disponible, en un sistema remoto no hay limitación en el número de paneles que podemos adquirir. El usuario también podrá aumentar o reducir ese número en función de sus necesidades de consumo.
Además, como la producción se realiza en un parque eólico externo, es posible seguir recibiendo energía aunque el usuario cambie de vivienda. Igualmente, las compañías proveedoras ofrecen la opción de vender o ceder los derechos de los paneles o de repartir la energía entre varias viviendas.
Consumo
Uno de los problemas de disponer de placas solares es la baja o nula producción de energía en las horas con poca o ninguna luz. En una instalación propia, si no se cuenta con un dispositivo de almacenamiento se obtendrá la energía necesaria desde la red general, lo que también sucede en la modalidad remota. La diferencia es que algunas empresas proveedoras combinan la energía solar con otras renovables para asegurar el suministro sin depender de la red. Por el contrario, cuando la producción supera al consumo, en ambas modalidades el excedente se vierte a la red general y se compensa económicamente en la factura.
Respecto al ahorro mensual, la diferencia no es tanta porque, al depender de un tercero, aunque no se pague el consumo que se produzca, sí se deben abonar la potencia y otros costes fijos por el uso de la red de distribución.
Por tanto, respondiendo a la pregunta inicial, sí, el autoconsumo remoto solar es posible. Pero es una alternativa muy reciente y hay pocas empresas proveedoras, con lo que el número de parques fotovoltaicos disponibles es limitado. Además, esa dependencia de un tercero hace que la independencia energética no sea tal. Aun así, es una opción práctica y eficaz si no se puede disponer de instalación propia, porque consigue llevar una energía verde y sostenible a cualquier parte.