A mediados de los años 90 se liberó el sector de las telecomunicaciones en España, después de que la Comisión Europea acordase la obligación de dar cabida a la competencia. Esta decisión acabó con el monopolio existente y empezaron a aparecer nuevos operadores hasta vivir un punto de inflexión en 2006, cuando la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia exigió a las compañías dominantes que proporcionasen acceso a sus redes a terceros. Esto propició la aparición de los operadores móviles virtuales (OMV).
¿Qué es un OMV?
Un operador móvil virtual es una compañía de telefonía móvil que no posee una concesión de espectro de frecuencia, con lo que carece de una red propia para ofrecer sus servicios. Por tanto, alquilan la red a los grandes operadores móviles (OMR), que sí disponen de frecuencia e infraestructura de red. Es decir, la cobertura y la calidad de conexión que ofrece un OMV será la del operador que la proporcione. No obstante, los operadores móviles, dentro del acuerdo firmado con el proveedor, tienen autonomía para establecer sus propias tarifas, planes y políticas.
Tipos de OMV
Atendiendo a su origen, podemos distinguir dos tipos: por un lado, los OMV creados y gestionados por los operadores tradicionales y que utilizan su misma red, como si fueran una segunda marca que ofrece servicios similares a bajo coste. Por otro lado, están los OMV independientes, que no pertenecen a ningún gran operador, sino que alquilan la red que luego ofrecen a sus usuarios.
Aunque los operadores móviles no pueden disponer de ninguna frecuencia de radio porque no tienen la autorización correspondiente, sí pueden contar con otros recursos, dando lugar a dos modalidades de negocio diferentes. El OMV prestador de servicios depende completamente de su OMR, solo elabora sus tarjetas SIM y realiza la actividad comercial de sus servicios. El OMV completo, por su parte, dispone de departamentos técnicos propios, pudiendo poseer un registro de localización de usuarios o un centro de conmutación de telefonía móvil. Esto supone una ventaja competitiva, ya que operan de forma más independiente y tienen más flexibilidad para cambiar de prestador de red o utilizar varias redes diferentes.
Operador móvil virtual vs. operador tradicional
Al no tener que mantener una infraestructura de red propia, los costes operacionales de los OMV son menores, lo que se traduce en una oferta de servicios a precios más competitivos. Asimismo, suelen ofrecer planes más flexibles y modulares, con la posibilidad de contratar servicios sueltos –en lugar de los packs completos y definidos que los OMR intentan favorecer–, como planes de prepago, contratos sin compromiso de permanencia y opción de cambiar o cancelar el contrato cuando quiera el cliente. Tampoco necesitan llegar a un número determinado de usuarios para costear su infraestructura, así que pueden orientarse a nichos de mercado específicos, enfocando sus servicios en segmentos concretos de población.
Sin embargo, como no administran la red, cualquier problema depende del operador correspondiente, por lo que no siempre podrá solucionarse con rapidez. En ese sentido, los OMV tampoco suelen disponer de establecimientos físicos a los que el usuario pueda dirigirse, sino que toda la atención al cliente se hace en remoto. Además, en caso de saturación, el operador principal tiene prioridad sobre el acceso a la red frente al operador virtual. De la misma forma, las operadoras tradicionales ofrecen más servicios adicionales y tienen redes más estables, con mayor ancho de banda y velocidad de subida, porque nunca ofrecen al OMV un espectro de frecuencia mayor al suyo propio.
En estos años han proliferado multitud de operadores móviles, algunos ya consolidados y otros desaparecidos. Aunque la red que utilizan siempre proviene de las cuatro compañías que controlan el mercado, los OMV suponen una alternativa funcional para clientes que buscan precios competitivos y ofertas flexibles.